|
3.
Aversión Adquirida al Sabor Muchas sustancias poseen tanto propiedades motivacionales apetitivas como aversivas. Drogas como morfina y anfetamina, las cuales pueden ser autoadministradas y generan preferencias por ambientes apareados con su administración, también poseen propiedades aversivas que se expresan diferencialmente en función del esquema de aprendizaje utilizado. Esto ha sido descrito en la literatura como “efecto paradójico” (Hunt et al. , 1987; Wise et al. , 1976, Grigson, 1997). El estudio de los aspectos hedónicos aversivos cobra importancia en función de la capacidad de estos para modular los procesos de autoadministración. Uno de los paradigmas de aprendizaje más utilizado
para el estudio de propiedades aversivas de sustancias ha sido la aversión
adquirida al sabor (AAS). Este es un paradigma de condicionamiento en el cual los animales reciben una
sustancia sápida y luego experimentan un malestar inducido por diferentes
agentes, por ejemplo inyección de
drogas (Cappel & Le Blanc, 1971), exposición a radiación ionizante
(Revusky & Befard, 1967), rotación prolongada (Batsell & Pritchett,
1995), etc. Posteriormente se observa una aversión
al sabor manifestada por una reducción en la ingesta de la sustancia sápida,
debido a su asociación con el malestar. La AAS es comúnmente
explicada a partir de mecanismos de aprendizaje asociativo clásicos; siendo la
sustancia sápida un estímulo
neutro que adquiriría propiedades aversivas condicionadas (EC) debido a la
contingencia que mantiene con el malestar inducido por diferentes tratamientos,
estímulo incondicionado aversivo (EI). La respuesta condicionada (RC)
consistiría en la reducción del consumo de dicha sustancia sápida. Ciertas características de la AAS han llevado a considerarla un caso especial del
condicionamiento clásico. Un rasgo peculiar de este tipo de aprendizaje es que
los sujetos pueden expresar una aversión por una sustancia sápida, aún cuándo
esta haya sido presentada horas antes del agente que indujo el malestar.
Asimismo, la AAS puede establecerse, a diferencia de otros procedimientos de
condicionamiento clásico, con un solo ensayo de apareamiento entre el EC y el
EI (Bernstein, 1991). Si bien los primeros
trabajos utilizando
AAS datan de la década del 50’, esta técnica alcanza su difusión plena
dentro de la comunidad científica hacia los años 70’, con los trabajos de
García (1968), Revusky (1966) y Kalant y Rozin (1973), entre otros. Muchos de
estos primeros trabajos estuvieron abocados al estudio de la asociación
selectiva de estímulos, tema que fue ampliamente estimulado por la técnica de
AAS. Contrariamente a la afirmación de Pavlov (1928)
que “cualquier fenómeno natural elegido a voluntad
puede convertirse en un estímulo condicionado”,
los resultados obtenidos a partir de la AAS llevaron a considerar la
posibilidad de la existencia de predisposiciones innatas para el aprendizaje de
ciertas combinaciones estimulares. Un estudio clásico al respecto fue el
llevado a cabo por García y colaboradores (1968). En este trabajo, claves sápidas
y visuales de la comida eran apareadas a malestar de tipo interoceptivo inducido
por radiación ionizante o a estimulación nociceptiva periférica generada por
una descarga eléctrica. La combinación de claves de sabor y malestar
interoceptivo generó un significativo decremento de la ingesta de comida, cosa
que no sucedió con la combinación de sabor y la descarga eléctrica. Este
decremento surgió cuando la combinación estimular involucró a claves visuales
y descarga eléctrica, y no cuando la nocicepción periférica era asociado a
claves sápidas. Este
resultado demostró que la capacidad para aprender ciertas combinaciones
estimulares podría estar
fuertemente condicionada por predisposiciones genéticas. Una hipótesis
alternativa sugería que dichas predisposiciones podrían ser fruto de tempranos
aprendizajes en que claves quimiosensoriales provenientes de la alimentación se
asociarían a sensaciones
interoceptivas de malestar y bienestar. Sin embargo, resultados que apoyan la
hipótesis de predisposición genética se han obtenido incluso en sujetos de 1
y 5 días de edad. (Gemberling & Domjan, 1980; 1982). Más allá de las
peculiaridades arriba mencionadas, se acepta que la AAS comparte características
básicas del aprendizaje asociativo. Por ejemplo, la intensidad de la aversión
a un sabor depende de parámetros tales como intensidad del EI y del EC. Todo este conjunto de
características han hecho que la AAS sea considerada una importante técnica
para la investigación de las propiedades generales
del aprendizaje asociativo (Rescorla, 1988). En conjunto con el interés
puesto en la AAS como técnica útil para indagar mecanismos básicos de
aprendizaje, la evaluación de
aspectos hedónicos aversivos de psicotrópicos ha constituido, también, un
importante foco de atención. Los trabajos pioneros se remontan a principios de
la década del 70’ (Cappel &
Le Blanc, 1971). La lista de agentes psicotrópicos que han demostrado servir
como efectivos estímulos incondicionales en esquemas de aversión adquirida
cubre una amplia variedad de drogas. Entre ellas mescalina, amfetamina (Cappel
& Le Blanc, 1971), morfina, alcohol, chordiazepóxido (Cappel & Le
Blanc,1973), Tetrahidrocannabinol (Elsmore & Fletcher, 1972), nicotina
(Osenkopp & Giugno, 1990), cocaína (Goudie et al., 1978). Gran parte de las
investigaciones se abocaban al fenómeno, mencionado al inicio de esta sección,
denominado “efecto paradójico”
(Wise et al. , 1976; Hunt et al. , 1987).
Este hace referencia al hecho que drogas que demuestran ser altamente
reforzantes en paradigmas de autoadministración y de preferencia al lugar, como
morfina y anfetamina, también muestran propiedades aversivas en paradigmas de
aversión al sabor. Actualmente, el tema
continúa bajo estudio. Se ha sugerido (Hunt, 1987) que puede realizarse una
distinción categórica y
cuantitativa entre las aversiones al sabor generadas por agentes psicotrópicos
reforzantes y aquellas generadas por agentes de tipo emético, como el
cloruro de litio. Trabajos realizados por Parker (1993,1995) han encontrado que
agentes eméticos y psicotrópicos reforzantes generan, durante la evaluación
de la AAS, patrones de conducta
bucales diferentes. Recientemente, Grigson (1997) ha propuesto que las drogas
reforzantes no producen aversiones adquiridas al sabor. El decremento observado
en el consumo de la sustancia sápida apareada a la droga se explicaría mejor
debido a la capacidad reforzante de la droga. La autora propone un mecanismo de
contraste anticipatorio o “comparación de recompensa”, por el cual la
ingesta de un EC gustativo es reducida cuando el mismo predice el acceso a un
estímulo incondicionado recompensante.
Una hipótesis derivada
de los anteriores trabajos sugiere que sería posible predecir la capacidad
reforzante de un psicotrópico a partir de la fuerza de la aversión al sabor
que el mismo genera. En un estudio reciente (Turenne et al. ,1996) se dividió a
un grupo de ratas en función de la magnitud de la aversión al sabor
desarrollada ante la administración de morfina, anfetamina y litio. Se observó
que aquellos sujetos que desplegaban la más fuerte aversión inducida por
anfetamina eran luego los que mayor
preferencia exhibían por un ambiente apareado a la administración de la misma
sustancia. En el caso de morfina y litio no hubo relación entre los resultados
de ambas evaluaciones. De todas formas, trabajos previos con morfina que
utilizaron procedimientos
diferentes encontraron evidencias de esta posible relación (Switzaman et al. ,
1978). |
Volver a Página principal |