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3. Evaluación de Aspectos Incondicionales Etílicos durante la Temprana Ontogenia  de la Rata

 La rata, al igual que el humano, pertenece a las llamadas especies altriciales. Estas se caracterizan, contrariamente a las especies precociales como los canguros,  por una marcada inmadurez al momento de nacer. La cría de rata nace sin pelo e incapaz de regular por sí misma su temperatura corporal. Asimismo, su sistema nervioso central aún no ha terminado de desarrollarse. Sus neuronas son indiferenciadas y con pocas dendritas y axones. Sin embargo, un rápido desarrollo se observa durante las primeras semanas de vida. Al comenzar la tercer semana postnatal encontramos la apertura palpebral y de los conductos auditivos externos. A los veintiún días de edad, aproximadamente, se da el destete, gracias a que el infante empieza a aceptar comida sólida. Se observa también un gran incremento en la actividad locomotora que sirve a fines de exploración del ambiente (Spear, 1993).

El escaso repertorio comportamental del infante de rata ha sido un desafío para las investigaciones interesadas en la ontogenia del aprendizaje. Mas allá de esto, se ha demostrado repetidamente la capacidad de estos organismos para desarrollar aprendizajes que involucran diversos sistemas sensoriales. La capacidad asociativa del neonato ha sido demostrada en sujetos de dos días de edad, mediante la generación de aversiones orosensoriales (Rudy & Cheatle, 1977).  Trabajos ya citados anteriormente han encontrado evidencias de aprendizaje asociativo de orden selectivo en ratas de 1 y 5 días de edad. En estos estudios los animales eran expuestos a procedimientos de orden asociativo utilizando claves sápidas y táctiles como estímulos condicionales. Malestar inducido por cloruro de Litio y nocicepción periférica eran empleados como estímulos incondicionales. Al igual que en animales adultos se observó una asociación selectiva entre las claves sápidas y toxicosis y entre claves táctiles y nocicepción periférica (Gemberling & Domjan, 1980,1982).

En referencia a procesos de aprendizaje que involucran al etanol, se ha demostrado la capacidad de los infantes para procesar claves quimiosensoriales del mismo y modificar la posterior reactividad hacia el fármaco. Por ejemplo, trabajos de Molina y colaboradores (1985, 1986a, 1986b) han obervado que la generación de aprendizajes aversivos hacia el olor etílico durante la infancia produce una significativa disminución de consumo del fármaco. Esto se observó también cuándo la evaluación de consumo fue realizada durante la temprana adultez (Molina et al, 1986a). Los infantes también pueden procesar claves orosensoriales generadas por la excreción no metabólica del etanol. El apareamiento entre un estado de intoxicación generado por una dosis etílica moderada (1,5 g/kg.) y una infusión oral de sucrosa  fue suficiente para generar un incremento en los patrones de consumo del fármaco. Cuando una dosis mayor (3,0 g/kg.) fue explícitamente no apareada al reforzador el resultado fue una aversión en la ingesta etílica, presumiblemente por asociación entre las propiedades incondicionales aversivas de la intoxicación y las claves generadas por la excreción no metabólica del fármaco (Molina & Chotro, 1989a).  En un estudio posterior, ratas de once días de edad generaron aversión al olor etílico y disminución en su consumo luego de haber recibido estimulación nociceptiva 30 minutos después de una administración etílica moderada (Molina & Chotro, 1989b).

Los efectos hedónicos generados por el etanol también han sido investigados en la temprana ontogenia. Se ha demostrado extensamente la capacidad del fármaco para inducir aversiones condicionadas hacia claves de diferente calidad sensorial. En un estudio citado anteriormente, ratas de 16 días de edad desarrollaron aversiones hacia una solución de sucrosa apareada a los efectos incondicionales de una administración etílica de 1,2g/kg. La expresión de la aversión con una dosis etílica de 0.4 g/kg. requirió la reinstauración del estado tóxico durante la evaluación (Hunt et. al, 1990).

De la misma manera que en sujetos adultos (Berman & Cannon, 1974), hay evidencias que la experiencia previa con etanol durante la temprana ontogenia modifica la capacidad del mismo para inducir aversiones condicionadas hacia claves sápidas. Ratas de 15 días de edad, luego de tres o cinco administraciones previas de etanol,  no desarrollaron aversión hacia una solución de sucrosa apareada a 2.0 g/kg. de etanol. Grupos que habían recibido una o ninguna exposición previa al fármaco mostraron un claro decremento en su consumo de sucrosa (Godoy, 1996).

La capacidad de la preexposición al fármaco para  atenuar la posterior generación de aversiones condicionadas se ha estudiado también en roedores genéticamente seleccionados. Un estudio que utilizaba cepas de lauchas C57BL/6J y DBA/2J observó, tras una fase de preexposición al fármaco, un retardo significativamente mayor en el desarrollo de la aversión en una de estas cepas (C57BL/6j). Estos resultados indican la existencia de diferencias genéticas en los efectos detrimentales de la experiencia previa con etanol sobre su posterior participación en paradigmas de AAS (Risinger & Cunningham, 1995).

Claves de tipo táctil también han sido utilizadas para el estudio de las propiedades hedónicas del etanol en la temprana ontogenia.  Esto fue evaluado en un estudio en que ratas de 11 días de edad adquirían una aversión hacia una superficie táctil previamente apareada a los efectos incondicionales de una administración etílica de 2,0 g/kg. (Molina et al. , 1996). En este mismo estudio se intentó modificar las propiedades aversivas del etanol a partir de procesos de devaluación.  Un proceso de devaluación involucra tres fases. En la primera se realiza un apareamiento convencional entre un EC y un EI. En la segunda fase se asocia el EI anterior a otro EI de naturaleza hedónica contraria. La tercera fase involucra evaluar la respuesta condicionada hacia el EC original. Subyace a este procedimiento la intención de devaluar la valoración hedónica del EI original para así disminuir la capacidad del EC para generar la respuesta incondicionada (Domjan, 1998). En el estudio citado anteriormente (Molina et al, 1996) la aversión hacia la clave táctil  fue eliminada en aquellos grupos que recibieron, previo a la evaluación, un apareamiento entre una administración intraoral de sucrosa y el estado tóxico etílico. Cuando la sucrosa fue reemplazada por ácido cítrico (hedónicamente aversivo) se observó un aumento en la fuerza de la aversión condicionada. Estos resultados dan cuenta de la maleabilidad de la memoria aversiva generada por la intoxicación etílica.

Tomados en conjunto, los trabajos presentados en este apartado indican que la generación  de aprendizajes aversivos es el común denominador en procedimientos de orden asociativo tempranos en los que el etanol participa en calidad de estímulo incondicionado. Dentro de nuestro conocimiento no  hay en la literatura  trabajos, tanto en la rata como en otras especies, que hayan generado evidencias firmes de aprendizajes apetitivos derivados de la intoxicación etílica durante la temprana ontogenia.

 

                               

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